Gardel

Carlos Gardel fue mucho más que un cantante: fue un símbolo. Un mito forjado entre el misterio de su origen, la nostalgia del arrabal y la magia de una voz que hizo del tango un idioma universal. ¿Nació en Toulouse, Francia, en 1890 como algunos documentos indican? ¿O en Tacuarembó, Uruguay, en 1887, como él mismo aseguró durante toda su vida? Lo único cierto es que, con apenas dos años, viajó con su madre a Buenos Aires, donde creció entre guitarras, patios compartidos y un pueblo que lo adoptó para siempre.

Este concierto teatralizado recorre los tangos más emblemáticos de su legado —Volver, El día que me quieras, Mi Buenos Aires querido— y los entrelaza con la música de Astor Piazzolla, el genio que transformó el tango en un arte contemporáneo. Entre ambos existe una historia real y conmovedora: Piazzolla, con solo trece años, fue convocado para tocar en la banda de Gardel durante su última gira por América. Por decisión de sus padres o simple azar, no llegó a subir al avión que se estrelló en Medellín en 1935. Con la muerte de Gardel se cerraba una era; Piazzolla abriría otra.

Los textos de Mario Benedetti, proyectados e integrados escénicamente, ofrecen un contrapunto lírico, íntimo y humano a la música. Benedetti —uruguayo como Gardel, según algunos— no escribió tangos, pero sus versos laten con la misma piel del bandoneón. En ellos habita la melancolía, el amor que no olvida, la ciudad que se extraña, la dignidad de los que sueñan.

'Gardel: un susurro de arrabal' es un viaje musical y poético que atraviesa el tiempo, las fronteras y el alma del tango. Un homenaje a dos artistas fundamentales y a esa emoción indefinible que nos deja, entre nota y nota, la memoria de lo que fuimos.